Nuestro
pequeño protagonista, una noche cualquiera decide dar un paseo bajo la
luz de la luna. Pero, no hay luna… ¿adivináis que hizo?...
Fue toda una suerte que en ese momento
Harold llevara consigo su lápiz morado, así que dibujó una luna.
Necesitaba también un lugar por el que caminar, así que hizo una línea
larga y recta, así, ¡claro! no se perdería…En su
recorrido necesitaba un bosque, pero como no quería perderse solo
dibujó un árbol, que resulta ser un manzano, con sabrosas manzanas
rojas, al que cuidará un dragón, un dragón terriblemente aterrador que incluso asustó a Harold. En ese momento
su mano tiembla tanto, tanto…que un océano lo cubre … Dibuja un bote,
una playa, un picnic, animales para comerse las sobras, una colina para encontrar su
casa. Harold cae por el lado no dibujado de la colina. Dibuja un globo
aerostático, una pista de aterrizaje y trata de regresar a su
habitación. Dibuja una casa, un edificio, una ciudad, un policía… Pero
no encuentra su casa. Recuerda que la luna siempre está en su ventana, entonces dibuja una ventana enmarcando la luna que dibujó al comienzo del paseo. Agrega una cama, una manta y se va a dormir.
Dibujos de líneas sencillas,
que nos llevan a pasear junto a Harold por todo un universo de líneas
moradas, las cuales nos muestran el mundo imaginativo del protagonista.
Nos enseña que los deseos, dificultades e imprevistos son posibles de resolver o afrontar con éxito haciendo un buen uso de la imaginación.
“Harold y el lápiz morado”, escrito e ilustrado por Crockett Johnson ahora editado por Jaguar -miau-
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